sábado, 5 de enero de 2019

Fascismo



Actualmente se le llama "Fascista" o "facho" a todo, persona o accionar,sin tener recato de lo que implica el término y todo lo que conlleva ésta hermosa doctrina,digna de ser estudiada.

He aquí un resumen de la Doctrina Fascista. 

Fuente: La Doctrina del Fascismo,de Benito Mussolini.

Ideas Fundamentales del Fascismo como doctrina
   
      Como toda concepción política vital, el fascismo es práctica y es pensamiento, acción animada por una doctrina inmanente, y doctrina que, surgiendo de un sistema dado de fuerzas históricas, no se desliga de él, sino que obra en él desde dentro.
  No se podría entender el fascismo en muchas de sus actitudes o exteriorizaciones prácticas, como organización de partido, como sistema de educación, como disciplina, si no se las contemplase a la luz de su modo general de concebir la vida.  El hombre del fascismo es el individuo que es nación y patria, ley moral que une a los individuos y a las generaciones en una tradición y en una misión, que suprime el instinto de la vida encerrada en el reducido límite del placer para instaurar en el deber una vida superior, libre de límites de espacio y de tiempo: una vida en la cual el individuo, en virtud de su abnegación, del sacrificio de sus intereses particulares, y aún de su misma muerte, realiza aquella existencia, totalmente espiritual, en la que consiste su valor de hombre.
Además de ser un sistema de gobierno, es también, y sobre todo, un sistema de pensamiento.
 El fascismo es una concepción histórica, según la cual el hombre no es lo que es sino en función del proceso espiritual a que contribuye, en el grupo de la familia y de la sociedad, en la nación y en la Historia, a la que todas las naciones colaboran. De aquí el gran valor que asigna a la tradición en las memorias, en el lenguaje, en las costumbres, en las normas de la vida social.
 El fascismo se opone a la democracia, que confunde al pueblo con la mayoría, rebajándolo al nivel de los más; pero el fascismo es la más franca de las democracias, toda vez que se conciba al pueblo, como debe concebírselo, cualitativamente, y no cuantitativamente, como la idea más poderosa por ser más moral, más coherente, más verdadera, que se traduce en el pueblo como consciencia y voluntad de pocos, antes bien, de uno, y como ideal tiende a concretarse en la consciencia y en la voluntad de todos.
  No se trata aquí de raza, ni de región geográficamente identificada, sino de estirpe que se perpetúa históricamente, de multitud unificada por una idea, que es voluntad de existencia y de potencia: vale decir, consciencia de sí, personalidad.
Espiritu anti-pacifista:
El orgulloso lema escuadrista “me ne frego” (expresión popular que equivale a “me importa un comino”), escrito en las vendas de una herida, no es solamente un acto de filosofía estoica, no es solamente el resumen de una doctrina política: es la educación al combate, la aceptación de los riesgos que el mismo comporta; es un nuevo estilo de vida italiano. Así, el fascista acepta, ama la vida, ignora y considera cobarde el suicidio; comprende la vida como deber, elevación, conquista ;  la vida que ha de ser alta y plena: vivida por sí, pero sobre todo por los otros, próximos o lejanos, presentes y futuros.
 La política demográfica del régimen es consecuencia de estas premisas. En efecto, también el fascista ama a su prójimo, pero el prójimo no es para él un concepto vago e inasible; el amor hacia el prójimo no impide las severidades necesarias y educadoras,y menos aún las diferenciaciones y las distancias.
 El fascismo niega que el número, por el solo hecho de ser número, pueda dirigir a las sociedades humanas; niega que el tal número pueda gobernar mediante una consultación periódica; afirma la desigualdad irremediable, fecunda y beneficiosa de los hombres, que no pueden nivelarse por medio de un hecho mecánico y extrínseco como es el sufragio universal.
  El Estado fascista es voluntad de potencia y de imperio. La tradición romana es aquí una idea de fuerza. En la doctrina del fascismo, el imperio no es solamente una expresión territorial o militar o mercantil, sino también espiritual y moral.
Para el fascismo, la tendencia al imperio, o sea a la expansión de las naciones, es una manifestación de vitalidad; su contrario, el quedarse en casa, es un síntoma de decadencia: los pueblos que surgen o resurgen son imperialistas, los pueblos que se mueren son renunciatarios.

 “Para nosotros, la nación es sobre todo espíritu, y no solamente territorio. Ha habido Estados que han poseído inmensos territorios y que no dejaron huella alguna en la historia humana. No es solamente número, porque en la historia también ha habido Estados muy pequeños, microscópicos, que legaron documentos memorables, imperecederos, en el arte y en la filosofía. La grandeza de la nación es el conjunto de todas estas virtudes, de todas estas condiciones. Una nación es grande cuando traduce en la realidad la fuerza de su espíritu.” (Palabras pronunciadas en un discurso en Nápoles, del 24 de octubre de 1922; en I discorsi della rivoluzione, Milán, Editorial Imperia, 1923, pág. 58)




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